miércoles, 28 de marzo de 2012

Aquella sombra....


   Aquella sombra no parecía la misma de cualquier otro día. Su carácter alegre y juvenil, se había evaporado de golpe, como por arte de magia. Era evidente que estaba nerviosa. Se había levantado de la cama al menos tres veces en el último minuto, se había asomado a la ventana y, sin decir palabra, había vuelto a acostarse. Se arropaba y se destapaba continuamente con una sábana de hilo delicadamente bordada por su madre como parte del ajuar de la dote. Algo sucedía a su alrededor que ella no era capaz  de  entender. 

   Se levantó de nuevo, peinó los bordes de su azulada silueta y, echándose un echarpe por encima de los hombros, salió al jardín. Se sentó en un viejo banco de madera que confrontaba a la fachada de la casa y comenzó a observarlo todo con sumo detenimiento. Miraba a un lado, luego al frente, después al otro. Presentía que faltaba algo; pero, ¿qué?

miércoles, 21 de marzo de 2012

Amor de otoño


   Había dejado olvidado mi cuaderno de notas en el coche cuando vino a mi cabeza una idea que al principio me había parecido magnífica para escribir un cuento. Trataría sobre el desamor que sentían dos ancianos,  abandonados a su suerte por sus hijos, y que todos los días cruzaban el mismo paso de peatones a la misma hora. Hacía tiempo que se habían fijado el uno en el otro, pero nunca se habían dirigido la palabra. Una mañana Estanislao, que así se llamaba el anciano, se vistió con un bonito traje que guardaba para las ocasiones más solemnes y se dirigió hacia el cruce, decidido a entablar conversación con la misteriosa dama.

   Llegó al lugar algo temprano, por lo que decidió sentarse en un banco y esperar. No habían pasado ni cinco minutos cuando la vio aparecer acercándose por la acera. Se levantó en medio de mil achaques, se ajustó la corbata y los botones de la americana de pana verde y se dirigió al final de la acera acompasando su caminar para coincidir con ella en el preciso momento del cruce.

viernes, 16 de marzo de 2012

Ninot (Microrelato Homenaje a las Fallas)


¡Qué guapa está! Creo que la han llamado fallera infantil. Cuando se ha acercado a mí, le he susurrado mi nombre. Soy Ninot, le he dicho. Ella ha encendido algo y de allí han brotado multitud de colores chispeantes. Siento una llamarada a los pies que me consume. Su preciosa sonrisa, se ha tornado en lágrimas vivas. Sé que si pudiera, apagaría con ellas estas llamas y me llevaría a su lado. Entre fuego y aplausos he dejado de ser un simple payaso de papel, para ser siempre un recuerdo en su corazón. ¡Qué guapa está!