jueves, 13 de septiembre de 2012

Una carta de amor


-¿Me invitas a un café? Necesito que hablemos.

Estas fueron las primeras palabras que ella me dijo nada más abrir la puerta. Me quedé mirándola fijamente y no dije nada. En mis labios habían ya asomado los primeros gestos de una sonrisa algo incrédula.

-Por favor......

Tal vez esa súplica de mujer, sabiamente ejecutada, provocó el efecto mismo para el que había sido lanzada. Segundos después, tras tomar las llaves y la cartera, cerré la puerta tras de mí y ambos nos dirigimos hacia una cafetería próxima. El trayecto fue corto, pero lo realizamos casi en silencio. Tan sólo alguna palabra de cortesía. Era evidente que ella estaba nerviosa; se notaba en su voz, en sus gestos y ese nerviosismo quedó patente cuando, tras haber elegido visualmente la última mesa del local, tropezó aparatosamente con la primera silla que encontró a su paso.

La camarera se aproximó una vez nos vio sentados.

-Buenas tardes. –espetó mientras se preparaba para tomar nota- ¿Lo de siempre, Juan?
-Sí, por favor, un carajillo de Bayleis.
-A mí me traes un café sólo......bien cargado.

La camarera dejó de escribir.

-Mejor tráele un batido de chocolate.-concluí ante el silencio que se había producido súbitamente- Necesita algo dulce. Sus nervios nos lo agradecerán.

Esperamos a que nos sirvieran hablando de cosas banales, principalmente del tiempo. Un tema bastante socorrido cuando se quiere dilatar el tiempo. Yo intentaba averiguar cuáles serían sus palabras exactas, pues me imaginaba qué era aquello que me quería decir.

-¿Hasta cuándo estarás aquí de vacaciones?
-Seguramente que hasta el próximo lunes. Todavía me quedarán algunos días más, pero tengo cosas pendientes que hacer. ¿Esto es lo que me tenías que decir?
-No, no........ Verás..... No sé cómo decírlo.....
- Estás enamorada, ¿verdad? –le interrumpí para aliviarle sus dudas.
-Sí –dijo ella- Y mucho.
-Y él,.... ¿lo sabe?
-No.....por eso estoy aquí.

No pude contener la risilla que de nuevo se me escapó de entre los labios. Había acertado en el tema, aunque no en las palabras. A decir verdad, casi todas las había dicho yo hasta el momento. Así es difícil acertar, si no hay palabras.

-Y, ¿por qué no se lo dices? Las cosas han cambiado. Ahora las mujeres también sabéis tomar la iniciativa.
-No me atrevo. He intentado aproximarme muchas veces, pero me pierdo en miedos antes de llegar.
-Y, ¿qué piensas hacer?

Me miró tan fijamente que en sus ojos estaba escrita la respuesta. Aún así esperé a que me contestara. Entre tanto saboreaba aquel café que tantas delicias me hacía en el paladar cada vez que lo tomaba.

-Sé que se marcha de aquí. Me gustaría escribirle una carta y dársela justo en el momento en que se vaya. Que no le dé tiempo a leerla hasta que esté lejos. Aunque estoy segura que sin abrirla sabrá su contenido.
-Pero....eso es arriesgado. Imagina dónde puede acabar esa carta.
-No me importa. Si la utiliza mal, será la primera lección de mi vida. Si, por el contrario, la hace suya y la guarda, aunque no me conteste nunca, sabré que todo este último año, con sus desvelos, con sus suspiros y con tantas ilusiones soñadas habrán merecido la pena.

Poco a poco, conforme hablaba, había ido aparcando los nervios. Se sentía desahogada y hasta parecía otra. Sacó de su bolso un folio y un bolígrafo y lo dejó encima de la mesa.

-¿Me escribirás tú esa carta? Tú sabes escribir; conoces cómo se deben ordenar las palabras.
-No, yo no la puedo escribir, debes ser tú. Yo te ayudo si quieres, pero debes ser tú quien plasme una a una sus palabras. No tengas miedo, saldrán solas. Después, ya tendremos tiempo de darles forma.

Y después vino otro café y otro batido de chocolate. Y muchas palabras y también más de una risa. Y poco a poco, aquella carta tomó forma y aquella joven de apenas quince años a la que había conocido en un cursillo de escritura, uno de esos cursillos que se hacen en verano para entretener a los chavales en sus horas muertas, había tenido la oportunidad de escribir sus primeras letras; tal vez las más importantes de su recién estrenada adolescencia. Y yo.....yo volví a comprobar cómo el tiempo pasa, pero algunas cosas son siempre iguales.

4 comentarios:

  1. Volver a los 15, recordar aquel amor de verano... . Las palabras, las miradas y algún beso intencionado.
    Esa magia, esa ternura, esa inocencia... que se queda a fuego grabado.

    Pienso en ello y... es una dulce sonrisa de mis labios lo dice todo.

    Gracias por hacerme recordar de nuevo ese verano.

    Bss.

    www.elrincondekasdy.wordpress.com

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    1. Recuerdos que vuelven a nuestra memoria para dibujarnos la sonrisa de lo que fuimos y de las huellas que hemos ido dejando.

      Como siempre, un auténtico placer tenerte entre mis letras haciéndolas sonreír al verse reflejadas en tus ojos.

      Un beso y muchas ánimos que ya te queda muy poquito ;-)

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  2. Escribir es tan bonito y complicado a la vez...

    Las palabras muchas veces se quedan cortas para expresar lo que uno siente, pero es tan placentero ver tu imagen en letras que se entrelazan para formar frases para otra persona.

    Mientras las escribes y mientras las lee, es un momento tan íntimo, tan cómplice, tan .... hummm qué rico.

    Y lo mejor de todo... con el paso del tiempo, maduras y sigues escribiendo, porque necesitas que la otra persona te lea, te sienta, te comprenda.

    Gracias Juan.

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    1. Escribir tal vez es tejer en un papel mil palabras deseadas usando el frágil y mágico hilo de la ilusión. Pero al igual que cuando las decimos de voz, hay ocasiones en que esas palabras se resisten a ser dichas....

      Y es cierto, esa complicidad de escribir para alguien que a su vez se siente y se sabe protagonista de esas letras deja un sabor muy especial en el alma.

      Gracias a ti Gema, por leer estas letras mías. Un beso.

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