domingo, 27 de enero de 2013

Paseando entre el ayer...


   Hacía mucho tiempo, años, que no atravesaba el parque y hoy, sin saber porqué, crucé sus puertas y, como si una mano imaginaria hubiera tomado la mía, fui recorriendo una a una las baldosas de aquel camino que en otros tiempos tantas veces transité. ¡Todo estaba tan cambiado y tan igual al mismo tiempo! Recordé las eternas tardes de mi niñez y mi adolescencia dibujadas en aquel recinto. En aquellos momentos todas me parecía iguales; pero ahora, echando la vista atrás, comprendía que cada una de ellas era necesaria para ser hoy quien soy.

   Me estaba poniendo demasiado nostálgico y decidí que aquello no me convenía. Me acerqué hasta uno de los bares que impasibles habían resistido el paso del tiempo y los ataques de una modernidad a la que parecían haber escapado. Me senté en uno de aquellos antiguos veladores blancos y redondos hechos de forja que se anclaban, al igual que el propio parque, en un ambiente casi decimonónico. Pedí una cerveza y tomé el periódico para leerlo.

   Un pequeño golpe producido por un balón a la altura de mis tobillos me hizo separar la vista de las horrorosas noticias económicas que leía. Junto a mí había llegado un muchacho de unos cinco o seis años a buscar su pelota.

    -Perdón –farfulló el muchacho como si hubiera preferido no decir nada.

   Mientras le veía allí agachado queriendo sacar el balón de entre las patas del velador no pude por más que fijarme en las piernas de una mujer que, en ese momento, se había acercado también y que presumí sería su madre.

   -¿Martín? ¿Martín, eres tú? –escuché mientras subía mi mirada por aquellas piernas y aquella figura tan bien torneada.

   El corazón me comenzó a latir con fuerza. Aquel cuerpo no me había parecido desconocido, pero aquella voz.....aquella voz.... Terminé de alzar la vista y allí estaba ella. Tan impresionante como siempre. Me levanté. Nos besamos castamente en las mejillas. La invité a tomar algo y se sentó junto a mí. Hablamos largo rato de los aciertos y los tropiezos que nos regala la vida.

   Mientras hablábamos mi cabeza buscó en el baúl de mi memoria los momentos que en nuestra primera juventud habíamos pasado juntos. Nos habíamos conocido casualmente en este parque y durante unos años fuimos inseparables. Habíamos compartido juegos, sonrisas, enfados, lágrimas y sobre todo mil y una travesuras. Pero sin duda, el mejor recuerdo que me regaló fue el haberme permitido descubrir su cuerpo de mujer en una fría tarde del mes de noviembre. Ambos éramos unos ingenuos muchachos que quisimos jugar a vestirnos de adultos en aquel ya lejano día. El nerviosismo estaba presente en nuestras palabras, en nuestras miradas, en mis manos cuando hice deslizar su vestido, en sus ojos cerrados sintiendo la tela deslizarse por su piel, en los primeros besos, en unas caricias torpes. La excitación de lo nuevo por aprender y el miedo a no saber qué hacer. Unas manos que recorrían un camino mil veces imaginado, pero hasta entonces nunca visto. El brillo de unos ojos ante cada descubrimiento y el placer imposible de disimular acelerando el pulso y la respiración. Luego....luego vinieron las risas; esa risa compartida de tener un secreto común que guardar para siempre. Una inocencia que no se rompió entre aquellas caricias de niños jugando a quebrar las reglas del bien y el mal. Después la vida nos separó y el tiempo nos condenó al olvido.

   Nos despedimos con la promesa en los labios de volver a llamarnos algún día. Me alejé dejándome llevar por la tranquilidad del atardecer. En un momento dado, mientras esperaba que el semáforo cambiara para cruzar al otro lado de la calle pude escuchar la música que salía de un bar cercano. Eran los Beatles y su Love Me Do. Sonreí al ver de nuevo el pasado haciendo de las suyas en el presente. Es bueno recordar, es como robarle al tiempo unos instantes vividos para volver a sentirlos en la piel del alma como ya hiciéramos ayer.

8 comentarios:

  1. "Es como robarle al tiempo unos instantes vividos para volver a sentirlos..." Muy bonito :)

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    1. Los recuerdos son esos pequeños pedacitos de vida que pertenecen a nuestra memoria y volver a vivirlos es sumergirse de nuevo entre los pliegues del tiempo. Muchas gracias por tu visita. :-)

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  2. Me encanta la descripción de la primera vez. "Una inocencia que no se rompió entre aquellas caricias de niños jugando a quebrar las reglas del bien y el mal". Sí, me encanta...

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    1. Algunas veces pienso que esa inocencia la han perdido los niños de hoy que lo tienen todo demasiado deprisa, sin el placer de saborear cada detalle conseguido.

      Me alegra que te gusten mis letras. Todo un placer tu visita. Un beso.

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  3. Vaya, me ha gustado mucho y veo que hay más. Prometo verlos todos.

    Amiga invisible ;D

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  4. Interesante, no había leído un blog con aire de un tiempo añorado.

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    1. Es un rincón un tanto peculiar donde mis letras constuyen su particular álbum de recuerdos. Mil gracias por leerlo. Un beso.

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  5. Sin darme cuenta me he visto absolutamente envuelta en nostalgía. Me ha calado cada letra, transmites mil sensaciones. Me ha encantado! Creo que me quedaré por aquí mucho tiempo más..

    uVe

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