domingo, 3 de junio de 2012

Andanzas de tuiteros


   Vio aparecer a lo lejos el autobús de la línea 69 que hacía rato esperaba. Abandonó el asiento de aquella marquesina vieja y sucia y se aproximó al bordillo, estirando el brazo con intención de llamar la atención del conductor. Tan pronto subió, buscó el único asiento libre y se acomodó en él, al tiempo que guardaba el libro que leía entre esperas. Conectó el móvil y vio que tenía tres mensajes pendientes de leer; luego los vería, seguro que no son importantes pensó.

    Inició la aplicación conectándose enseguida a esa red social que le había absorbido tanto en las últimas semanas y como por arte de magia fue dejando sus letras en forma de escuetas frases; alegres algunas, picantes otras, lapidarias las más con una intención de sentar unas bases que incluso a él mismo le asustaban que pudieran ser reales. De vez en cuando, contestaba a las menciones que recibía.

   A su lado, una mujer joven le miraba sorprendida de la velocidad con que manejaba los dedos al escribir. Ella, que también escribía en su móvil, lo hacía despacio y utilizaba el corrector para depurar cualquier equivocación. Le gustaba la perfección. Él se sintió algo incómodo de que aquella mujer viera lo que escribía; le ponía nervioso perder su intimidad. Giró su móvil de manera que cualquier intento de cotilleo ajeno quedara minimizado. A pesar de ello, era él quien de vez en cuando la controlaba a ella, mirándola a rabillo de ojo y perdía su mirada en unas piernas largas que habían dejado casi al descubierto el ceñido vestido al sentarse.

   De vuelta al móvil, se reía con cada contestación que recibía por parte de @demisonrisa y buscaba rápidamente las mejores palabras para responderle a ella, escondiéndose siempre detrás de su sugerente @megustas__tu. Era un continuo ir y venir de letras, frases, declaraciones veladas, besos regalados y sobre todo risas. Unas risas que, a veces, le sorprendían a él mismo y levantaba la cara del móvil para volver a la realidad. Y veía a la mujer de las largas piernas mirándole sorprendida también por aquellas risas sin aparente explicación. Ahora ella había cruzado las piernas y él caminaba disimiladamente con la vista, adentrándose más aún por los resquicios del vestido.

   “Llego a mi destino terrestre @demisonrisa, mientras imagino llegando a tus labios ;-)” escribió a modo de despedida antes de guardar el móvil en el bolsillo de sus pantalones caídos y aproximarse a la puerta, no sin antes dedicarle una última mirada a la mujer de al lado y a sus largas piernas. “Mira que está buena” pensó para sus adentros. Bajó del autobús y se unió a su infatigable compañera de estudios que hacía rato lo esperaba. Lo primero que hizo fue burlarse de las botas que aquel día se había puesto. Enseguida tuvo que correr entre risas para que ella no le diera un carpetazo en toda la cabeza.

   El autobús había proseguido su marcha y la mujer de piernas largas también terminó de escribir. “A veces siento que estás muy cerca de mí @megustas__tu. ¿Te imaginas que algún día nos cruzáramos? Tal vez nos reconoceríamos con la mirada”. Apagó el móvil y descendió en la siguiente parada, mientras el autobús de la línea 69 prosiguió su eterno caminar.

2 comentarios:

  1. A veces está tan cerca y nos obcecamos en pensar que tu otro yo está a miles de kilómetros de ti...

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    1. Quizá porque a veces no dejamos que nuestros ojos vean con esa otra mirada más clara que es la mirada del corazón. Mil gracias!! Un beso!!

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