jueves, 26 de enero de 2012

Aquel primer amor

El tiempo apenas nos había permitido amarnos; había transcurrido tan rápido que casi ni tuvimos ocasión de descubrir qué se escondía detrás de cada beso, detrás de cada caricia. A ello se unió también nuestra torpeza; era la primera vez para los dos. Nadie nos había explicado nunca como se vivía el primer amor. Y por ello pensábamos que el universo se había detenido tras nosotros, que ya nada era importante. Recordábamos con una sonrisa los encariñamientos con que nos habíamos distraído años atrás; amores idílicos que no pasaron jamás de nuestra imaginación. Pero éste había sido un amor de ida y vuelta, un amor correspondido que no entendía de problemas, luchas o inseguridades.

Y entonces, cuando apenas comenzábamos a saborearlo, apareció él; ese compañero de todos al que llamamos tiempo. Ese maldito reloj de la vida que dice cuando comienzan las historias y cuando han llegado a su fin. Y dispuso para nosotros un adiós irremisible, sin que fuésemos capaces de entender el porqué mientras nos ahogábamos en lágrimas que otrora eran de felicidad y hoy aparecían ya solitarias. Y así, tú y yo, un tú y yo que carecían de nombre propio y podíamos ser cualquiera, tuvimos que volver a nuestros viejos amores que tan sólo eran eso, amores idílicos y distraidos sin viaje de ida y vuelta; amoríos de juventud que nos harían sonreir al comprender que en este juego de la vida apenas si habíamos comenzado a vivir, cuando casi habíamos querido morir, sin entender que teníamos toda la partida por delante.

(Para Mónica, que creía que jamás volvería a enamorarse, en recuerdo de esos tiempos pasados a los que ya puede mirar con su gran sonrisa.)

1 comentario:

  1. muy bello el relato,creo que muchos nos sentimos identificados.¡ay!ese primer amor,saboreado y ya casi olvidado.Gracias por deleitarme con él.Besos

    ResponderEliminar