jueves, 26 de enero de 2012

Aquel primer amor

El tiempo apenas nos había permitido amarnos; había transcurrido tan rápido que casi ni tuvimos ocasión de descubrir qué se escondía detrás de cada beso, detrás de cada caricia. A ello se unió también nuestra torpeza; era la primera vez para los dos. Nadie nos había explicado nunca como se vivía el primer amor. Y por ello pensábamos que el universo se había detenido tras nosotros, que ya nada era importante. Recordábamos con una sonrisa los encariñamientos con que nos habíamos distraído años atrás; amores idílicos que no pasaron jamás de nuestra imaginación. Pero éste había sido un amor de ida y vuelta, un amor correspondido que no entendía de problemas, luchas o inseguridades.

lunes, 23 de enero de 2012

El viejo diván


     He llegado frente a la puerta sudoroso y fatigado. A duras penas, la he podido abrir, atascada tras tantos años de quietud forzada por la ausencia, sin lograr discernir si aquellos golpes secos y acompasados los producía la oxidada cerradura o mis propios latidos. Todo estaba en su sitio, cubierto por una blanquecina capa de polvo: la mesa, las sillas torneadas de la abuela, el aparador y allá, junto a la ventana, el vetusto diván, tapizado de terciopelo ocre, donde pasé las tardes de mi perdida adolescencia esperando que vinieras a la confitería de enfrente.

Pensamiento

Algunos renglones de nuestra vida quedarán dormidos para siempre en el rincón de las promesas olvidadas.

El café de media tarde


Imagínate una mesa junto a un gran ventanal, a través del cual se puede ver una gran plaza con personas que van y vienen, con niños que corren y juegan, con palomas que se posan en los escaparates de los comercios que ya han dado las luces pues cae la tarde,… Y sobre esa mesa,  dos cafés humeantes, de esos que te sirven con una chocolatina al lado. ¿Quieres imaginar conmigo? Pues estás invitad@.