lunes, 25 de junio de 2012

Ella...

La tarde se había vuelto gris. La intensa lluvia caída durante toda la mañana había hecho refrescar el ambiente y se agradecía el calor de aquella sencilla y acogedora alcoba.

Dejé encendida una pequeña lámpara situada en el rincón, manteniendo así una tenue iluminación que dibujaba por doquier enigmáticos contrastes de luces y sombras. Recostado en el sillón, no podía, o quizá mejor no quería, dejar de mirarla y, mientras apuraba una copa de brandy, la observaba dormir mostrando ante mis ojos la hermosura de su cuerpo desnudo.

lunes, 18 de junio de 2012

Cuestión de amores


Había amanecido nublado, como casi todos los días en la última semana. Salté de la cama y esperé al cartero en un ritual que se repetía desde hacía ya mucho tiempo. Parecía como si mi vida hubiera quedado reducida a esperar a aquel desconocido uniformado, acelerándoseme el pulso desde el mismo instante en que torcía la esquina, para volver a mi estado anodino una vez que pasaba de largo, sin detenerse en mi portal. Pero hoy sí lo había hecho y yo, temblorosa, he bajado las escaleras, sin quitarme siquiera el pijama. Acababa de recibir una carta sin remite; pero sabía, sin ninguna duda, que era suya. Hay cosas que una mujer intuye, cosas que una mujer enamorada es capaz de adivinar. La tomé del buzón y decidí guardarla junto a mi pecho hasta encontrar el momento más idóneo para leerla. La tenía tan cerca de mí que a cada instante podía escuchar el latido de mi corazón golpear contra aquel papel, como si fuera la piel curtida de un viejo tambor.

martes, 12 de junio de 2012

El escritor de letras dormidas


   Apartó la sábana y se incorporó de un salto. Se ajustó el batín y rápidamente encendió el viejo quinqué que había dejado sobre la mesita. La tenue luz que proyectaba bailaba sobre la pared dejando una mortecina sombra que iba y venía al ritmo marcado por la llama. Se acercó a la mesa y rebuscó entre el montón de papeles que, desordenados y sucios, esperaban una mejor ocasión para convertirse en esa novela que un día, tiempo atrás, pretendió ser. Tomó uno de los pliegos aún sin escribir y cargó la tinta de su pluma, escurriendo el exceso que pudiera quedar en el plumín. Comenzó a garabatear todo aquello que su imaginación había fabricado durante las horas previas de agitados sueños.

domingo, 3 de junio de 2012

Andanzas de tuiteros


   Vio aparecer a lo lejos el autobús de la línea 69 que hacía rato esperaba. Abandonó el asiento de aquella marquesina vieja y sucia y se aproximó al bordillo, estirando el brazo con intención de llamar la atención del conductor. Tan pronto subió, buscó el único asiento libre y se acomodó en él, al tiempo que guardaba el libro que leía entre esperas. Conectó el móvil y vio que tenía tres mensajes pendientes de leer; luego los vería, seguro que no son importantes pensó.