Vio aparecer a lo lejos el autobús de
la línea 69 que hacía rato esperaba. Abandonó el asiento de aquella marquesina
vieja y sucia y se aproximó al bordillo, estirando el brazo con intención de
llamar la atención del conductor. Tan pronto subió, buscó el único asiento
libre y se acomodó en él, al tiempo que guardaba el libro que leía entre
esperas. Conectó el móvil y vio que tenía tres mensajes pendientes de leer;
luego los vería, seguro que no son importantes pensó.
Inició la aplicación conectándose enseguida a esa red social que
le había absorbido tanto en las últimas semanas y como por arte de magia fue
dejando sus letras en forma de escuetas frases; alegres algunas, picantes
otras, lapidarias las más con una intención de sentar unas bases que incluso a
él mismo le asustaban que pudieran ser reales. De vez en cuando, contestaba a
las menciones que recibía.
A su lado, una mujer joven le miraba sorprendida de la velocidad
con que manejaba los dedos al escribir. Ella, que también escribía en su móvil,
lo hacía despacio y utilizaba el corrector para depurar cualquier equivocación.
Le gustaba la perfección. Él se sintió algo incómodo de que aquella mujer viera
lo que escribía; le ponía nervioso perder su intimidad. Giró su móvil de manera
que cualquier intento de cotilleo ajeno quedara minimizado. A pesar de ello,
era él quien de vez en cuando la controlaba a ella, mirándola a rabillo de ojo
y perdía su mirada en unas piernas largas que habían dejado casi al descubierto
el ceñido vestido al sentarse.
De vuelta al móvil, se reía con
cada contestación que recibía por parte de @demisonrisa y buscaba rápidamente
las mejores palabras para responderle a ella, escondiéndose siempre detrás de su
sugerente @megustas__tu. Era un continuo ir y venir de letras, frases, declaraciones
veladas, besos regalados y sobre todo risas. Unas risas que, a veces, le
sorprendían a él mismo y levantaba la cara del móvil para volver a la realidad.
Y veía a la mujer de las largas piernas mirándole sorprendida también por
aquellas risas sin aparente explicación. Ahora ella había cruzado las piernas y
él caminaba disimiladamente con la vista, adentrándose más aún por los
resquicios del vestido.
“Llego a mi destino terrestre
@demisonrisa, mientras imagino llegando a tus labios ;-)” escribió a modo de
despedida antes de guardar el móvil en el bolsillo de sus pantalones caídos y
aproximarse a la puerta, no sin antes dedicarle una última mirada a la mujer de
al lado y a sus largas piernas. “Mira que está buena” pensó para sus adentros.
Bajó del autobús y se unió a su infatigable compañera de estudios que hacía
rato lo esperaba. Lo primero que hizo fue burlarse de las botas que aquel día se había puesto.
Enseguida tuvo que correr entre risas para que ella no le diera un carpetazo en
toda la cabeza.
El autobús había proseguido su marcha y la mujer de
piernas largas también terminó de escribir. “A veces siento que estás muy cerca
de mí @megustas__tu. ¿Te imaginas que algún día nos cruzáramos? Tal vez nos
reconoceríamos con la mirada”. Apagó el móvil y descendió en la siguiente parada, mientras el autobús de la línea 69 prosiguió su eterno caminar.
A veces está tan cerca y nos obcecamos en pensar que tu otro yo está a miles de kilómetros de ti...
ResponderEliminarQuizá porque a veces no dejamos que nuestros ojos vean con esa otra mirada más clara que es la mirada del corazón. Mil gracias!! Un beso!!
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